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Viaje fin de curso

Ayer tarde me crucé con un nutrido grupo de escolares adolescentes, por su aspecto parecían alemanes o ingleses, vaya usted a saber. Estaban esperando a cruzar el semáforo, amontonados con sus maletas con ruedas, mirando cada uno para un lado distinto, con esa mirada perdida que tienen los adolescentes, con aspecto de estar allí mismo pero sin darse demasiada cuenta del momento. Y es que pese a que los profesores se empeñen en llevar a los chavales a ciudades históricas, con visitas a museos y actividades culturales, para que negarlo, lo que menos interesa a un chico de 14 años en su viaje de fin de curso es ir a exposiciones. En ese tu primer viaje sin tus padres dándote la murga lo que estas deseando es ligar, fumar a escondidas, beber tus primeras copichuelas y armarla en los pasillos del hotel. Y es que además lo necesitan de verdad, porque aunque siempre es bueno que vayan adquiriendo el hábito de la cultura, el viaje fin de curso es para correrse la gran fiesta de despedida con tus compis a los que has visto crecer desde los ocho años.

Poco antes de terminar mi ultimo curso de EGB fuimos de viaje fin de curso a Lloret de Mar. No era Roma, ni París, es evidente, pero era lo que andábamos buscando. Una playa con chicas y discoteca. Los profesores para no ser meros acompañantes de una tropa de hormonados alocados, siempre te organizan una visita cultural, en nuestro caso fue a ver Ampurias, el lago Bañolas y la Sagrada Familia, pero he de reconocer que de esas tres visitas no me acuerdo de nada, pero lo que si recuerdo aun con fresca memoria fueron, mis primeros besos con lengua en un pub con las compañeras de clase, ver a los guiris cogorzas llegando de empalme con un botellón enorme de Cointreaux , dar una ducha a los colegas para que se les pasara el pedo y saltar de terraza en terraza hasta llegar a la habitación de las chicas.

Aunque aquella ciudad playera estaba en nuestro país, para mi aquello era lo más parecido al extranjero que había estado hasta entonces. Los pubs y discotecas con los carteles en inglés y la mayoría de las personas que compartían el Hotel eran guiris. Era la típica playa algo hortera, llena de turistas en plan hooligan, con las banderas de los equipos de fútbol colgadas de las terrazas del hotel y cánticos futboleros bien borrachos desde la hora de la comida hasta el amanecer. Pero para nosotros, con esa edad, era como estar en el paraíso.

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Como para cada cosa en la vida hay su momento, hoy en día soy incapaz de ir a un destino turístico de esa guisa, y lo que es más me horrorizan son las discotecas, de solo pensar en el Cointreau se me revuelve el estomago y precisamente el viaje que más me gusta hacer hoy en día es el de museo, pateo por la cuidad y visita histórica. Pero claro, ya no tengo quince años.

2 respuestas to “Viaje fin de curso”

  1. Pasé largo tiempo veraneando y semanasanteando por Lloret de Mar…digamos que desde los 14 a los 25 añitos….supongo que de ahí vendrá mi vena por lo salvaje, fauna y demás…. 😀
    Ahora en serio, como en cualquier lugar, también hay rincones maravillosos en Lloret , …pero que por edad y hormonas no valía la pena descubrir en ese momento ;D

  2. Me pasa igual que a tí. Lo más patético es que, como anécdota, tengo un colega un año mayor que yo que dice que cuando vaya a París (nunca en su vida ha ido de momento) tiene claro que irá exclusivamente a Disneylandia (o cómo se escriba). Como lo oyes.
    No tengo palabras.


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